Actores: Tom Hanks, Mark Rylance
Duración: 141 minutos
País: Estados Unidos
Año: 2015
Hay una guerra fría librándose en estos momentos en el cine. Por un lado tenemos a Hulk, Luke Skywalker y Superman, por mencionar algunos; y en el otro, tenemos a Steven Spielberg, Tom Hanks y los hermanos Coen, por decir unos nombres. Dos visiones totalmente distintas. Una parece estar ganando. Yo sé con cuál me quedaría.
El segundo bando, por supuesto, e invito a todo aquel que tal vez me lea a averiguar por qué, viendo la primera colaboración entre esos tres personajes que mencioné anteriormente en la que de seguro no será la última obra que trate sobre espionaje mientras el Muro de Berlín permanecía de pie, pero sí una que creo, se encuentra entre las mejores.
La película se basa en hechos reales. En 1957, en Nueva York, fue capturado el espía soviético Rudolf Abel (Mark Rylance) y para demostrar los valores de justicia norteamericana, se le asignó al capaz abogado James B. Donovan (Tom Hanks). El agente encubierto fue declarado culpable pero gracias a su defensor libró la pena de muerte. Poco después de eso, la Unión Soviética capturó al piloto norteamericano Francis Gary Powers y entonces, a Donovan se le encargó negociar un intercambio por Abel en la parte comunista de Berlín.
La película se cimenta en magia celuloideaica. Spielberg dirige (magistralmente [otra vez]). Muestras de su destreza son su emocionante secuencia inicial prácticamente muda, o el intercambio tenso y simbólico en el puente que da nombre al filme en la parte final, el posicionamiento y movimiento de su cámara, la cuidada recreación de la época y nuevamente, la excelente fotografía de la que gozan sus largometrajes. Esto sí se ve como cine, lo demás, parece televisión. Tom Hanks actúa y lo hace ver todo muy fácil. No solamente como un abogado que nos convence de que "toda persona importa" sino como un hombre en peligro de muerte que además acepta un trabajo por el cuál se gana la antipatía de sus colegas, el público y hasta su familia. Si lo más seguro es que él reciba otra nominación al Oscar como Mejor Actor, lo increíble sería que su coprotagonista, Mark Rylance, no esté ya entre los nominados a Mejor Actor de Reparto. El tipo es sorprendente. Luce como un hombre débil e insignificante y, sin embargo, con sólo su lenguaje corporal, sabemos que no lo es, que oculta algo, agreguémosle una voz que nunca se agita y una templanza que jamás se quiebra y he ahí un espía memorable.
El guión fue escrito por Matt Charman y fue pulido por Ethan y Joel Coen (Fargo, No Country For Old Men), así que el evento histórico está bien explicado, al protagonista lo hacen sufrir de varios ángulos para nuestro entretenimiento, hay buenos diálogos, algunos toques elegantes o graciosos e ideas de cierta profundidad (justicia, valor, deber).
¿Algo luce sospechoso? Mmmm, por un accidente, en Berlín es capturado un estudiante de economía norteamericano que Donovan también quiere salvar. Esta parte se siente algo floja y Spielberg en algunos instantes nuevamente se siente algo superfluo o sentimentaloide. Pequeñeces realmente.
Lo que me parece preocupante, ¡alarmante!, incluso, es que ni toda la maestría en un arte acumulada y demostrada por Spielbergs, Hanks y Coens (y una semana de exhibición extra) superen la asistencia de cosas como Don Gato, el inicio de la pandilla (en México, el día que escribo esto)... ¿alarmarse por eso ayuda? Naaaaaa. Tal vez lo mejor sea escribir que el cine aún tiene hombres de miras amplias dispuestos a levantarse una y otra vez contra necesidades juveniles al tiempo que dan resultados excelentes y esperanzadores en medio de esta guerra fría cinematográfica.
9.5/10
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