Director: Scott Derrickson
Actores: Benedict Cumberbatch,
Tilda Swinton, Mads Mikkelsen, Chiwetel Ejiofor
Duración: 115 minutos
País: Estados Unidos
Año: 2016
"Enséñame". Eso le pide el doctor Steven Strange a su
ancestral maestra; eso es lo que yo también le pedía al Hechicero Supremo. Que
me mostrara una nueva dirección y un avance en el universo cinematógrafico
Marvel. No lo hizo. Lo lamentable es que esta era tal vez la mayor oportunidad
de lograrlo. El personaje principal daba para ello.
Un personaje poco conocido para el público no informado de los cómics.
Uno que tiene poderes basados en la magia, no en la ciencia (como Iron-Man,
Hulk o el Capitán América), y que por lo mismo da entrada a un mundo más
extraño y del que va a ser interesante conocer la reacción del auditorio no
iniciado. Strange es un neurocirujano de una justificada y gran arrogancia que
sufre un accidente que le impide seguir con su profesión. De algún modo se
entera de un tratamiento en Katmandú que le regresará su antiguo estilo de vida, pero en vez de eso se encuentra con El Ancestral, una mujer mística que le
enseña los poderes de la magia y otros universos y realidades. El enemigo
(inicial) es Kaecilius, un antiguo exalumno de la sabia que busca contactar a
un ser aún más poderoso.
Gracias a lo anterior, yo diría que hasta aproximadamente la mitad, la
película va muy bien. En especial por la profundidad que da El Ancestral, un
papel perfectamente dado a Tilda Swinton, y porque el doctor también está muy
bien llevado a través de Benedict Cumberbatch. Ellos dos hacen que a diferencia
de varias películas de superhéroes aquí haya, aunque pequeñas, discusiones
cerebrales. La ciencia contra "lo desconocido", los límites de la
medicina, la altanería moderna sobre las antiguas sabidurías, atisbos hacia lo
oculto e incluso reflexiones sobre la muerte. ¿Qué pasa después? El sueño se
colapsa.
¿Acaso Marvel tiene miedo de ser serio? ¿No hay que confundir a los
niños? ¿Tenía temor de molestar a los chinos en siguientes filmes con estos individuos?
(originalmente el maestro tiene reminiscencias al Tibet y tuvieron que cambiar
eso) Espoiler adelante. Lo digo porque es una pena que deba de matar al
personaje de Swinton. Sería casi como el Yoda de su universo y sencillamente no
lo deja existir. Sin ella ya no hay ideas ni aprendizaje. De hecho al final del
largometraje Steven no ha aprendido realmente nada sobre él mismo. Sigue siendo
un arrogante que tiene la razón todo el tiempo que hace lo que quiere sin
consecuencias. Se le advierte que no juegue con el tiempo. Y eso es lo que
hace. ¿Qué importa? No pasa nada hombre. Además lo hace para subyugar a un ser
supermegamaligno. El doctor puede hacer eso aunque no lleve años practicando y
haciéndose fuerte.
¿Ese villano que parecía interesante al principio? No. Tampoco rifa.
Resulta que ni siquiera es la principal amenaza, que es derrotado fácilmente y
que está ahí porque... pus porque sí... es un estorbo a modo, no alguien que
odie y complemente a nuestro héroe. Pensándolo bien, Kaecilius ni siquiera va
contra el protagonista, va contra la maestra. ¿El tono más o menos adulto?
También se va. Tiene que aparecer un personaje cómico. En esta ocasión es una
capa voladora (sí, una capa de tela) y ella sola puede con los secuaces y es
bien chistosa. ¡Oh! Y, ¿por qué no antes de que muera la maga ponemos una pelea
entre espíritus que hubiese quedado muy bien en un filme de Los Cazafantasmas?
Marvel sencillamente parece no querer (o poder) poner otra cosa que simple
entretenimiento. Aún así, esa palabra es la clave. Porque Dr. S es divertida.
El excelente reparto, la buena fotografía, la edición, el vestuario, la
ambientación, ciertos diálogos y sobre todo, los magníficos efectos especiales,
hacen un filme entretenido. Visualmente memorable. Probablemente el más
imaginativo y agradable que ha hecho la casa que Stan Lee construyó.
Si ves esto, no queda la impresión de querer regresar el tiempo para no
haberla visto. Es buena. Pero no es mágica. Y pudo serlo.
6.5/10
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