Director: Carl Rinsch
Actores: Keanu Reeves, Hiroyuki Sanada
Duración: 118 minutos
País: Estados Unidos
Año: 2013
Con la desaprobación de la
crítica y un costo de más de 175 millones de dólares pero una recaudación mundial
que difícilmente se acercará a los 50, se exhibe en estas semanas en el país
uno de los mayores fracasos comerciales del año pasado. Pero ¿es realmente tan
mala?
Basada en una historia tan famosa
en Japón, que se conmemora cada 14 de diciembre. Es el relato de los 47
samuráis que quedaron sin rumbo (por lo que se les dice “ronin”) y con sed de
justicia después de que el señor al que servían es asesinado. Ese es el
principio básico. Aunque ahora, Hollywood le agrega a un occidental llamado Kai
(Keanu Reeves) y elementos fantásticos, como monstruos, brujas o monjes-demonio con
espadas especiales para hacer el cuento más espectacular.
Y eso se no se ve mal. El
dinero se ve usado en la pantalla. Decenas de samuráis perfectamente vestidos
conviven en una fortaleza junto a mujeres en bellos kimonos bajo la sombra de
cerezos en flor, piratas con tatuajes muy chéveres organizan peleas bien
coreografiadas, una compañía teatral ocupa el fuego para divertir a unos
próximos esposos y una bruja se contonea como serpiente o vuela como un dragón.
Se ve chida, pues. No habría que echarle la culpa a Keanu, tampoco. Si bien es
cierto que muestra el mismo semblante que parece tener en todas sus películas y
no muestra muchas emociones, bien es
cierto que eso no importa mucho porque es una película de acción y su
interpretación física es creíble y bien ejecutada. De cualquier modo, no diría
que él sea completamente el protagonista, pues es parte de los otros 46 guerreros
y de los importantes gobernantes de los condados locales. Mejores son Hiroyuki Sanada como Ôishi, líder
de los ronin y Rinko Kikuchi como la hechicera Mizuki.
Aunque no pueden hacer mucho.
No pueden hacerlo cuando prácticamente ningún personaje tiene el material
necesario para demostrar profundidad. No hay. Dónde el material falla es en el
guión. Inventa escenas de acción que se preocupan por inventar formas en como
usar los efectos especiales pero no desarrolla su línea narrativa. La historia
parece cortarse, no fluir. Prolonga demasiado el primer acto, la historia de
amor luce forzada y las acciones finales se precipitan. Además, en todo eso hay
un tono demasiado serio. Caras solemnes, pocas risas. El resultado es que no
divierte tanto como podría.
Entonces: No, no es terrible. Pero tampoco es pasable.
5.0/10
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